Meiga es el nombre que se da en Galicia —y en zonas colindantes de León y de Asturias— a la bruja o a la hechicera cuyo cometido es megar o enmeigar, es decir, hacer el mal a personas y animales, para lo que establece un pacto con el diablo.
Según el antropólogo Carmelo Lisón Tolosana la meiga no debe confundirse con la bruxa, que hace el bien y es capaz de deshacer los conjuros maléficos y el mal de ojo de las meigas.
Historia:
La referencia más antigua de la existencia de personas que en Galicia recurren a algún tipo de magia es de finales del siglo xiii: un sínodo reunido en Santiago de Compostela en 1289 prohíbe a los clérigos, bajo ciertas penas, que sean adivinos, augures, sortílegos y encantadores. La prohibición se extiende a todo tipo de personas en el siglo siguiente bajo pena de excomunión.
En el siglo xvi se menciona la existencia de «mujeres hechiceras» que hacen hechizos y maleficios a los hombres. El sínodo del obispado de Orense celebrado en 1543-1544 proclama la excomunión de todas aquellas «personas así varones como mujeres, [que] queriendo saber lo que no saben, o lo que ha de ser... va[n] a agoreros y a encantadores, hechiceros y hechiceras». El sínodo denuncia que al estar el «santo olio... en la pila del bautismo, hechiceros y hechiceras con sacrílega temeridad y atrevimiento diabólico lo han hurtado para mezclar con sus hechizos y supersticiones erróneas». Por otro lado, ni la palabra bruxa ni la palabra meiga aparecen en la documentación de la época.
El tribunal de la Inquisición española de Santiago de Compostela, que comenzó a actuar en la segunda mitad del siglo xvi, se ocupó de los "hechiceros" y de las "hechiceras". Los primeros casos datan de 1565 cuando se acusó a un sastre de «hechicero» e «invocador de demonios», al que acudía la gente para preguntarle «cosas futuras y escondidas» y a un ciego de ser «hechicero e invocador de demonios que llamaba [en sus conjuros y prácticas] a... Belcebú». En un tercer caso se menciona, probablemente por primera vez, a las brujas, cuando un campesino acusado de invocar a «Satanás y a Barrabás" declara que le habían llevado un joven para que lo curara y que "eran tres brujas [las que] hacían mal al muchacho».
En los casos de los que se ocupó el tribunal de Santiago durante el resto del siglo xvi a los acusados de practicar la magia se les llama «hechiceros» y «hechiceras», pero algunos de ellos habrían sido considerados brujos y brujas por otros tribunales debido a los «tratos» que mantenían con el demonio. En 1579 una hechicera es interrogada y torturada por «haber tenido invocaciones, tratos y cópula con el demonio»; en 1582 otra «hechicera e invocadora de demonios» «confesó el pacto que tenía con el demonio y cómo a veces... había tenido con él acceso carnal, unas veces de día y otras de noche y haberse ofrecido [en] cuerpo y ánima al demonio, ofreciéndole así mismo la sangre del dedo». O más claramente en el caso de un «hechicero... [que] iba donde andaban las brujas... de noche».
El Sabbat de las brujas (1606) de Frans Francken el Joven:
A finales del siglo xvi y principios del siglo xvii estudiando las actas de los procesos de la Inquisición se puede observar que se empieza a distinguir entre hechicera y bruja, como ha destacado Carmelo Lisón. El concepto de hechicera se relaciona "más con la manipulación de ensalmos, hierbas, nóminas, bendiciones, filtros, polvos, pelo, ropa, incienso, tierra de cementerio, agua bendita, conjuros, ligar y desligar, etc., mientras que el de bruja va adquiriendo características demoníacas (hacer el mal, vuelos y reuniones nocturnas, pacto y acceso carnal con el demonio, muerte de niños, etc.)". Es el caso de una mujer a la que sus vecinos le llaman bruja sin que ella lo niegue que le gritó a uno de ellos "que le había de hacer cosa que no medrase en su vida"; o de otra que también es acusada por sus vecinas de "que tenía fama de bruja y se lo llamaban y ella los sufría y lo debía de ser porque había[n] visto cómo había amenazado a una mujer de que se lo había de pagar y hacer que no viese ni pudiese ganar de comer y que había sucedido que dentro de ocho días se le soltó a la amenazada mucha sangre por la boca y tuvo los ojos para perder".
También la palabra bruja empieza a ser usada a nivel popular, como lo contrario a una mujer "honrada y limpia" moralmente.
A partir de 1612, solo dos años después del proceso de las brujas de Zugarramurdi en Logroño, la actividad del tribunal de la Inquisición de Santiago se dirige más contra las "brujas" que contra las "hechiceras". Y es precisamente en esa segunda década del siglo xvii cuando aparece la palabra meiga para referirse a la bruja maléfica cuyo propósito es enmeigar, es decir, hacer el mal a personas y animales.
En las décadas siguientes la bruja-meiga reproduce los rasgos de la idea de la bruja que predomina entonces en Europa Occidental y que llega a Galicia a través de la brujería vasca. Así en las actas del tribunal de Santiago aparecen todas las fantasías atribuidas en Logroño a las brujas de Zugarramurdi:
"respetan una jerarquía entre ellas, se untan para salir de casa y volar, reniegan de la fe y cumplen con el ósculo infame y, asimismo, después de la apostasía tienen relación carnal con el demonio (en figura de cabrón) por sus partes traseras"; "se casan con el diablo que las marca con la uña por suyas, destruyen los frutos de los campos en salidas nocturnas, matan a niños, entran en aposentos para poner hechizos a los que duermen y para consumirles la vida". Se reúnen junto a una fuente de Cangas en la noche de San Juan.
La meiga en la cultura popular gallega:
Diferencias entre meiga y bruxa
El antropólogo Carmelo Lisón Tolosana en sus estudios sobre la brujería gallega diferencia entre meiga y bruxa.
La gente acude a la bruxa cuando piensa que detrás de lo que le sucede hay una voluntad oscura, perversa y dañina que hay que identificar para atajarla. La experta en ese mundo no natural es la bruja, que no solo puede averiguar quién ha echado el mal de ojo o el hechizo maléfico sino que tiene el poder de contrarrestarlo. Como destaca Carmelo Lisón, "allí donde está el mal ataca la bruja convirtiéndose, de esta manera, en abanderada del bien". Para combatirlo se sirve de conjuros, recitaciones e invocaciones a poderes ocultos, aunque aquí reside la "ambigüedad moral" que define siempre a la bruja, ya que al conocer ese mundo también lo podría utilizar para causar el mal, que es precisamente lo que la diferencia de la meiga.
La meiga es la bruja satánica cuyo cometido es causar el mal en virtud del pacto que tiene con el demonio. En las encuestas llevadas a cabo por Carmelo Lisón, la meiga para los entrevistados es "mala, dañosa", "con potestad... para dominar... a personas", con "poder de hacer el mal", "ofenden", "hacen perder el sentido", "quitan la salud", "enferman a un vecino o a un animal", "secan a los niños", "destruyen el fruto... y la pesca", "envidian", o "echan la mala suerte en casa". Y todos coinciden que su poder le viene del demonio —cuando les mira una mujer que tienen por meiga dicen: vioume o demo, 'me ha visto el demonio'—. Sus dos notas esenciales y distintivas son que envidian y aojan, no solo a las personas sino a sus pertenencias —a su casa y a su ganado—. Según Carmelo Lisón, por envidia se entiende "una mala idea o mal pensamiento siempre intencional, una voluntad perversa junto con una emotividad que consiste en puro deseo del mal, en querer hacer el mal por el mal, de forma gratuita y satánicamente. Su objetivo puede ser también la venganza por agravios reales o supuestos".
En conclusión, según Carmelo Lisón, cuando la bruja es requerida para deshacer la envidia opera de un modo simbólico del restablecimiento del orden, de la salud, de la vida. Contrariamente, la meiga equivale a las fuerzas que quiebran la armonía de las partes con el todo, las que introducen el desorden, la enfermedad y la muerte. Aquélla suele asociarse a la altura, la luz y lo sagrado; ésta con lo ínfimo, oscuro y satánico, operando en la impunidad de su acción a distancia. La justicia y el sentido de equidad están de parte de la bruja; la envidia y la injusticia no se apartan de la meiga que a su vez cristaliza el descontento y la inferioridad, mientras que aquélla condensa la igualdad y la libertad. Amistad/hostilidad, ayuda benévola/competición agresiva, serenidad/ansiedad, felicidad/desgracia, moralidad/inmoralidad son otros tantos sistemas sémicos que acompañan a bruja y meiga, respectivamente.
Tipos de meigas:
Tal vez la imagen más asociada a las meigas gallegas es la de mujer, normalmente de campo, de edad avanzada y misterioso comportamiento. Se ha especulado sobre si esta imagen estará impregnada por el recuerdo de la antigua figura de los druidas o de sus equivalentes en nuestras tierras. Ahora bien: existen algunos tipos de meigas a parte de la «clásica».
Algunos autores enumeran muchos tipos más, pero lo que están haciendo en realidad es «raptar» a otros seres míticos gallegos, como las feiticeiras o las lavandeiras, y ponerles el título de «meiga». Ahí va el listado de las que yo considero auténticas meigas, con sus características:
Menciñeiras: Son las herederas de los druidas. Mujeres sabias, amplías conocedoras de todo lo relacionado con la naturaleza. Viven en los bosques, algo apartadas de las poblaciones, pero no mucho. La gente habla mal de ellas y las teme, pero acaban acudiendo a ellas cada vez que necesitan una medicina, un tónico de cualquier tipo (amor, virilidad), o incluso un veneno.
Cartuxeiras: Una cartuxeira puede ser una simple mujer que echa las cartas. Sin embargo, si se trata de una meiga, entonces la cartuxeira siempre acierta. Esto sucede así porque, al igual que las vedoiras pueden ver a los espíritus, las cartuxeiras poseen dones adivinatorios que canalizan haciendo uso de las cartas. Son adivinadoras del porvenir y excelentes consejeras en asuntos amorosos, acontecimientos familiares, enfermedades y muertes. También saben de tesoros escondidos, como atestiguan un par de relatos populares del folclore gallego.
Vedoiras: Las vedoiras son meigas capaces de vivir en comunidades humanas. Son indistinguibles de mujeres normales, de hecho. Su gran diferencia con estas es el hecho de tener la capacidad de ver a los espíritus de los difuntos y a cualquier tipo de fantasma. Pueden ver, por lo tanto, las procesiones fantasmales como la Santa Compaña y la Compañía das Xas. Hay personas normales que pueden tener estos mismos poderes: son aquellas que, por error, han sido bautizadas con el óleo de los difuntos en lugar de con el del bautismo. Es esbelta y agradable en el trato. Posee facultades adivinatorias, y son expertas en contactar con el más allá para decir si alguien fallecido está gozando eternamente en el cielo o si aún penan en el Purgatorio.
En el silencio de la noche, se comenzaron a escuchar unos movimientos en el palacio del cuélebre. Este comenzaba a moverse. Pronto lo vimos, subiéndose a la estatua del centro de las ruinas. Desde allí clavó los ojos en Áine. Después comenzó a registrar el borde del bosque con su aguda mirada. Tanto ella como yo sentíamos que todo estaba perdido, pero, proveniente del oeste, comenzó a escucharse una risa que iba ganando intensidad. Eso llamó la atención del cuélebre, que se giró en esa dirección. Algo pasó volando a toda velocidad por encima de nosotros, entre antinaturales carcajadas. Fuese lo que fuese, era una figura humanoide subida a algo estrecho y alargado, como si fuese a caballo. Pero eso que le permitía volar no era ningún tipo de animal. Parecía un simple palo. Volvió a pasar por encima del cuélebre y lanzó un pequeño objeto sobre su cabeza. Este estalló formando una nube de polvo oscuro, que el viento dispersó con rapidez. El rugido de la bestia fue ensordecedor.
David Das Tebras. La hija de la Ayalga.
Meigas chuchonas (o chupadoras): son las más peligrosas, y se presentan con distintas caras o transformadas en vampiros e insectos, como abejorros. Chupan la sangre a los niños y les roban los untos (grasa corporal) para ser empleados en la elaboración de ungüentos y pociones. Son consideradas las meigas más peligrosas. Son malvadas y tienen la capacidad de cambiar su rostro y también la de transformarse en criaturas tales como asquerosos insectos. Al adoptar esta forma, estas meigas se introducen en las casas por la noche para chuparle la sangre a los niños. Tras dos o tres visitas de una meiga chuchona, el infante fallece.
Asumcordas o brujas callejeras: espías de la gente y vigilantes de quienes entran y salen de las casas.
Marimanta: es la meiga del saco, roba niños y los hace desaparecer.
Feiticeira (Hechicera): viven cerca de los ríos y riachuelos, aunque anciana, su aspecto no repele, posee una voz muy bella que con sus cantos hipnotiza a los chicos que se acercan al río y hace que se vayan metiendo en el río, donde al fin se ahogarán.
Lavandeira: esta meiga sorprende al caminante que pasa por un lavadero, invitando a este a que la ayude a escurrir las prendas que lava, tintas de sangre todavía tibia, a consecuencia, según se dice, de un mal parto. La persona ha de tener cuidado de torcer la ropa en el mismo sentido que ella, porque de lo contrario, la desgracia caerá sobre su casa.
Lobismuller (mujer loba): tienen que haber nacido en Nochebuena o Viernes Santo, o bien ser la séptima o novena de una familia donde todas las hijas son mujeres.
Voladoira: vuela y hace piruetas acrobáticas en el cielo.
Agoreira: estas meigas envejecen prematuramente, pero viven muchísimos años. Dama de castro: estas meigas viven bajo castros milenarios o bajo tierra en un castillo de cristal, llevan siempre un largo vestido blanco de cola y siempre atienden a solicitudes de la gente. Ya que goza de bienestar y fortuna ningún tipo de halago o favor sirven para recibir de ella consejos o regalos; al contrario suele aparecerse a personas afligidas por alguna situación difícil de su vida, y a esas personas otorga sus favores.
Meiga de los dientes verdes: En Carballo (A Coruña), en el Castro de Rebordelos, hay una meiga con los dientes verdes. Anda todos las noches por los caminos en busca de chiquillos. A los que coge, ya no se les vuelve a ver jamás. Aparte de ser un asustaniños similar a Mariamanta, esta meiga sobrenatural recuerda a la Orcavella y a las británicas Jenny Greenteeth, Peg Powler y Black Annis.
Métodos para protegerse de las meigas:
Para defenderse de ellas y de sus hechizos existen amuletos que pueden colocarse en las casas o colgarse del cuello del afectado.
Estos son algunos de ellos: Colocar una escoba vuelta del revés tras la puerta de la entrada Llevar un diente de ajo, una castaña pilonga. Llevar una higa (mejor de azabache compostelano) colgada del cuello o unos cuernos de vacaloura (un tipo de escarabajo) Tener en casa tierra bendita de los cementerios o ramas de laurel bendito el Domingo de Ramos Buscar garras de fieras o dientes de lobo Poseer en forma de varitas, colgantes o pectorales, trozos de azabache, ámbar y distintas piedras capaces de rechazar los venenos y encantamientos. Tradicionalmente se cree que saltando la cacharela de San Juan tres veces o múltiplo de tres se espanta a las meigas. Es muy popular la frase, "Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas ("Yo no creo en las meigas, pero haberlas, las hay"), que resume a la perfección el equilibrio del carácter gallego entre lo práctico, la incredulidad y el misticismo.
El meigallo es el hechizo que realizan las meigas. Un ensalmo muy común es "¡Meigas fóra!", que es acompañado del gesto de la higa.
Leyendas sobre brujas, meigas y seres fantásticos:
En las poblaciones del Camino o cercanas a ellas, además de las leyendas vinculadas con los peregrinos, los milagros y los santos, conviven con ellas de manera natural los mitos, relatos y creencias tanto de meigas como de brujas y seres fantásticos. Hemos podido comprobar, en las narraciones reflejadas en este trabajo, que en algunas leyendas vinculadas con lugares estratégicos como por ejemplo, el Pico Sacro, se les atribuye determinadas creencias de este tipo. Es evidente que este numeroso bloque de narraciones también forma parte de la cultura oral jacobea, pero supone un apartado muy extenso y que merecería un estudio aparte. Es por ello por lo que no hemos seleccionado para este epígrafe leyendas concretas, sino mencionaremos determinados elementos de algunas de ellas que nos harán ver su riqueza y diversidad.
En cuanto a Brujas, se hizo muy popular la leyenda de la cieguecita de Viana en Navarra, la cual murió en la hoguera en Logroño, acusada por la Inquisición del homicidio del Conde de Aguilar. Este, buscando la eterna juventud, se enteró de que Endregoto hacía curas milagrosas y poseía todos los ritos de la curandería. Se dejó en sus manos y con Johanes como aprendiz, la bruja intentó el hechizo que devolviera la juventud al Conde. Según cuenta la leyenda «En menos de una hora le descuartizaron, machacaron sus huesos, hiciéronle tajadillas y echaron el picadillo en la redoma grande.»
También mencionamos aquí las leyendas del Bosque de Sorginaritzaga o Robledal de las Brujas donde según la creencia popular, en estas zonas próximas a la localidad de Roncesvalles. Navarra, las brujas realizaban numerosos rituales (exorcismos, aquelarres, elaboración de pócimas, etc.) así como danzas desnudas en las que disfrutaban libremente del sexo. Cuentan que en el bosque, fueron quemadas 9 personas. Debido a estas creencias y hechos, existe en este robledal, si haces este recorrido puedes comprobarlo, una cruz que fue instalada por los sacerdotes del siglo XVI, para purificar el bosque.
De la misma manera si atravesamos los distintos caminos gallegos que conducen a Santiago, es frecuente escuchar relatos sobre meigas, habiéndose hecho popular el dicho de Yo no creo en las meigas, pero haberlas hay las. En muchas ocasiones, éstas son confundidas con las brujas, ya que ambas son capaces de usar la magia. Sin embargo, a la meigas gallegas se les atribuye un carácter más benévolo, aunque hay muchos tipos de meigas que se reflejan en las leyendas. Es tan importante estas creencias y leyendas en la memoria colectiva de los vecinos de determinadas localidades de Galicia, que en la actualidad se ha creado un nuevo formato de fiesta, La "Noite Meiga", como por ejemplo en Sarria, donde se realzan una serie de prácticas rituales con los mismos protagonistas: las meigas, los trasgos, la oscuridad y, los seres mitológicos, destacando la Danza de la Noite Meiga. Se celebra en este caso el último sábado de agosto y la recreación de este rito pagano tuvo lugar en el año 1980.
En cuanto a leyendas con seres fantásticos mencionamos las Leyendas del rio Miño, donde según la tradición gallega, en sus riberas habitaban hechiceras que podía vivir tanto en el agua como en la tierra. Por ello se tiene la creencia de que cuando se navega por el río, hay que ponerse una piedra en la boca, de este modo se evita que las hechiceras puedan jugar con nosotros. Muchos de estos seres de carácter femenino aparecen en pueblos del camino relacionados con el hilado, el peinado de los cabellos, la custodia de tesoros, el agua (río, fuentes, lagos, como el de Carucedo, manantiales, mar).
Es el caso también de las Janas o Anjanas cántabras y Xanas, Encantadas o Serenas asturianas, y que se emparentan con las Lamias. También mencionamos a Mari, de la mitología vasca. Existen personajes femeninos con características similares en otros lugares cercanos a la Vía de la Plata como “la serrana” de la Vera (Cáceres), o las mozas del agua en el norte peninsular, Según la tradición, hay otros personajes animalescos como la serpiente y al dragón, común en toda el área del Camino, denominado Cuélebre (Cantabria), Sierpe, Coca (Galicia) Sugaar o Suarra (País Vasco), Tarasca (Meseta) que vive en ámbitos subterráneos y puede tener alas.
Para finalizar incluimos a dos personajes masculino que presentan partes de animales, como es el ejemplo del hombre lobo, que se trasforma en bestia y acomete crímenes atroces, cuya leyenda está extendida también por toda Europa, y la del hombre-pez. Esta modalidad la hemos documentado tanto en las zonas del rio Miño en Galicia, como en Liérganes, Cantabria, ambas siguen siendo recordadas por los vecinos del lugar. Para esta última existe un Centro de Interpretación sobre la Leyenda del Hombre Pez en Liérganes.
Habelas, hailas. El misterio rodea a las meigas gallegas:
Meigas gallegas.
Se dice que habelas, hailas y os puedo asegurar que es verdad. Debemos comprender, sin embargo, que las meigas no responden a la imagen que nos viene a la cabeza cuando pensamos en una bruja. En Galicia, esa figura se correspondería mucho más con nuestras bruxas.
Las meigas son más complejas y tienen muchas formas: desde mujeres normales que crean todo tipo de medicinas gracias a su conocimiento del entorno natural (conocidas como menciñeiras) hasta terroríficas y deshumanizadas abominaciones como la meiga chuchona. Las meigas de la mitología gallega vienen de antiguo. Son las equivalentes y sucesoras de las hechiceras que salen en La Farsalia, El Asno de Oro, en La Metamorfosis, en El Satíricon, en La Odisea o en Las Argonáuticas. Es la misma figura y solamente ha habido un cambio, un punto de inflexión: con la llegada del cristianismo, el culto a diosas como Hécate y Diana fue sustituido por el culto al diablo. A partir de este momento, estas figuras ambivalentes, temidas y, muchas veces, caprichosas, fueron asociadas a la imagen actual de la bruja.
Es crucial diferenciar a las meigas gallegas y a las bruxas gallegas.
La palabra «bruxa» procede del gallego antiguo, antepasado del portugués y del gallego actual, y significa «bruja». La tradición popular asocia a las brujas con actos malvados y con pactos con el diablo.
Por su parte, la figura de la meiga es mucho más compleja, pero se puede decir que es una mujer sabia, independiente, con ciertos poderes místicos y un enorme conocimiento del medio natural que, sumado al misterio que la rodea, aumenta su leyenda de una manera drástica.
Meigas gallegas:
La figura de la meiga se mezcla con la de la bruxa y existe mucha confusión al respecto. Son mujeres normales, vivas, palpables. Siempre lo han sido, a pesar del aura de misterio que las lleva envolviendo desde la antigüedad. Lo más importante de todo, lo que más problemas me ha dado, es la terrible confusión existente sobre la identidad y la moralidad de las bruxas y las meigas gallegas. Hay autores, como el renombrado antropólogo Carmelo Lisón Tolosana, que creen que las meigas son malvadas adoradoras del demonio y que las bruxas son su contrapartida (y que son buena gente). Las bruxas son, sencillamente, nuestras brujas de Galicia, con esa imagen tan típica y estereotipada. Las bruxas serían, según esta teoría, lo que el cristianismo fabricó al demonizar la figura de las meigas gallegas, de las curandeiras.
Los autores del Diccionario de los seres míticos gallegos llegan a una conclusión muy parecida:
Originalmente, las meigas podían efectuar sus exorcismos en un sentido ambivalente, bueno o malo. Incluirían, por lo tanto, a las actuales bruxas, y a las sabias, vedoiras, curandeiras, etc. Las creencias en su poder benefactor no desaparecieron por completo.
En El Alto das Meigas en Mundil (Celanova), hasta no hace muchos años se practicaba un rito que así lo confirma. Allí subían las jóvenes de la comarca en el amanecer del día de San Juan con un cacharro de agua y un peine, pero sin hablar con nadie. Al llegar, comenzaban a dar vueltas alrededor de unas losas parecidas a las de un lavadero y se peinaban, mientras rezaban siete salves. Cuando acababan, volvían a casa sin hablar con nadie, seguras de haber hecho lo necesario para conseguir belleza, tener salud y casarse rápido y bien. Ahora se interpreta que este rito era efectivo porque desde el lugar se ven nueve iglesias parroquiales.
Cristianización y aculturación por las bravas:
Xoán R. Cuba, Antonio Reigosa, Xosé Miranda.
Las bruxas y meigas tienen una enorme importancia en el folclore y la mitología de Galicia. Son una de esas figuras tan importantes para una nación, que se filtran en el lenguaje. De esa manera, «cousas de meigas» o «es cosa de meigas» se utiliza para hablar de algún misterio que parece no tener explicación. «¡Meigas fora!» se utiliza para alejar la mala suerte y «Nin que te mirase unha meiga» (ni que te viese una meiga) o bien «debeume mirar una meiga» (me ha debido mirar una meiga) se utilizan para las personas que tienen rachas prolongadas de mala suerte. Hay que decir a la palabra bruxa no le ha pasado esto, lo que vuelve a darle peso a esta última teoría de que las bruxas son una deformación y demonización cristiana de la figura de la meiga.
No hay que olvidar los que, son los otros dos grandes mitos populares gallegos, por un lado, las meigas, a las que se las considera como personas dotadas de ciertos poderes ignorados por la mayoría, que hay que diferenciar de las bruxas, que son personajes malvados que se dedican a hacer el mal, echar el mal de ojo, hechizar o realizar fechorías dañinas para los humanos y, por otro lado, los mitos generados en torno al lobo, cuyas figuras centrales son el lobishome, el lobo da xente y la peeira dos lobos. Manuel Martín Sánchez.
Seres míticos y personajes fantásticos españoles:
Bruxas y meigas gallegas Galicia, Asturias y buena parte de León fueron, durante mucho tiempo, un mismo territorio, una misma provincia romana y, tras la caída de este gran imperio, un mismo reino suevo. Tenemos un pasado común. Tenemos una herencia común. Nuestras meigas, igual que nuestras mouras, igual que nuestros trasnos, como una gran parte de nuestro folclore y nuestra identidad, son los suyos también. Porque somos hermanos y tenemos fuertes lazos. En todas estas tierras entienden a las meigas como mujeres poseedoras de misteriosos poderes mágicos. Atesoraban saber. Poseían conocimiento y se mantenían apartadas de los colectivos, lo que aumentaba su misterio. La gente acudía a ellas con preguntas, o buscando ungüentos y medicinas, pues, aunque no siempre bien vistas, eran reputadas curanderas. Cuando una de estas meigas lanzaba un hechizo, un maleficio o un mal de ojo, esto se llamaba (y se sigue llamando) meigallo. Los efectos que pueden tener van desde que las personas o los animales enfermen hasta que tengan mala suerte y todo tipo de desgracias.
Máis, preto de Sada, á man esquerda segundo se entra pola estrada de a Coruña, hai un monte nomeado Lixandre, que sempre deu que pensar a nenos e vellos. Non se ten noticia de que se atrevera ninguén a entrar de noite naquela arboreda. No medio do monte hai aínda un croio que non poden abrazalo dous homes, e que lle chaman a Pedra das Agullas. Decían noutros tempos que quen tocara a esta pedra morrería dentro dos nove días xustos, debido a un encantamento que lle deran os mouros. Pola banda do leste está a moi nomeada Quenlle, que os homes sabidos dín que foi unha mina de estaño no tempo dos fenicios, pero que agora é o sitio onde se xuntan de noite as estadeas, meigas e lugrumantes pra faceren parlamento. Polo menos así coidaban fai anos os viciños da Vila, e non sei se pensarán o mesmo agora.
También, cerca de Sada, a mano izquierda entrando por la carretera de La Coruña, hay una montaña llamada Lixandre, que siempre ha dado en qué pensar a niños y ancianos. No hay noticias de que alguien se haya atrevido a entrar en esa arboleda de noche. En medio de la montaña todavía hay una roca que dos hombres no pueden abrazar, y la llaman Pedra das Agullas. Decían que quien tocara esta piedra moriría a los nueve días exactos, debido a un encantamiento de los mouros. En el lado este está el famoso Quenlle, que los sabios dicen que fue una mina de estaño en la época de los fenicios, pero que ahora es el lugar donde se reúnen las meigas por la noche, para celebrar su parlamento. Al menos así pensaban los vecinos del pueblo hace años. No sé si ahora pensarán lo mismo…
La creencia en las meigas gallegas (y en las bruxas) llegó a ser tan popular que el Obispado de Orense proclamó su excomunión, y no fueron pocas las mujeres quemadas en la hoguera acusadas de meigas. Entre ellas, la famosa María Soliña, una mendiga acusada de brujería que fue torturada hasta que confesó aquello de lo que le acusaban.
Los parlamentos das meigas:
En Galicia, a las reuniones de meigas y bruxas, equivalentes a los aquelarres vascos, se les llama parlamentos das meigas. Se dice que se celebran zonas alejadas de pueblos y ciudades, como arenales y cumbres de montes. Esto es algo comprobado. También se dice que tienen lugar en camposantos y encrucijadas. En Galicia hay muchos lugares en los que se celebran estas reuniones. Algunos de ellos ampliamente conocidos por la gente. Ese es el caso del Arenal de Areas Gordas, en Cangas do Morrazo, que sale en el Conxuro de la Queimada, o el del Monte Faro, en Chantada. Otros son de carácter más local, como el de Monfadal en Mondoñedo, A Espenuca en Coirós (dónde las meigas de la Terra Chá aprendían a volar); y hasta los hay de ámbito parroquial como el que se celebra en el Muiño de Couso en Santo Estevo de Rececende, en A Pontenova, tierra denominada por la comarca como O Meigarelo por su abundancia en meigas. También son lugares de reunión las llamadas Eiras das Meigas, que en algunos casos son auténticos círculos líticos donde las chantas (losas) que los delimitan son conocidos asientos de meigas. Xoán R. Cuba, Antonio Reigosa, Xosé Miranda. Diccionario de los seres míticos gallegos.
Esto es lo que le aconteció a uno de Merlán, en Palas de Rei, que se topó en el camino con dos Meigas y le dijeron: ―Mingos, Mingos, vamos a Sevilla. ¿Quieres ir por aire o por tierra? Y dice Mingos: ―¡Ay, por aire! Y lo llevaron por el aire, pero lo sentaron encima del campanario de la iglesia de Guimarei, en Friol, y allí lo dejaron toda la noche expuesto a la helada. Al día siguiente, cuando lo vieron los vecinos, llamaron al cura. Y él decía: ―Ay, señores, por Dios, no me asusten, que a mí me han traído las meigas aquí, y aquí estoy, ahora a ver que hacen. Y estaba con todo al aire como su madre lo había parido.
Hoy en día la meiga es considerada la hechicera "mala y buena a la vez" (dependiendo del cliente).
Y la bruxa es considerada la que actúa con buena fe y quita los meigallos.
Y esto es lo que se cree saber sobre las meigas gallegas, pero, a la vez, es solamente el principio.
Enlaces: https://es.wikipedia.org/wiki/Meiga - https://xacobeo.accioncultural.es/leyendas-sobre-brujas-meigas-y-seres-fantasticos/ - https://www.davidtebras.com/FantasiaCelta/meigas-gallegas/
Probando el nuevo sistema de comentarios! Se agradecen sugerencias de nuevas entradas :)
ResponderEliminarMe encanta el post. Yo a veces le regaño a mi sobrina cuando le dice al niño que si no se marcha a dormir vendrá la Meiga mala y se lo llevará. Un abrazo
ResponderEliminarjajajajaja muy buen truco!!! Millones de besos <3
EliminarInteresante post.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, se agradece :)
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