Beltane


Beltane o Bealtaine (/ˈbɛl.teɪn/ en español: Buenfuego) es día festivo celebrado el 1 de mayo en el hemisferio norte y el 31 de octubre en el hemisferio sur. Históricamente esta festividad se celebraba en Irlanda, Escocia, Galicia y en la Isla de Man. En las otras regiones con cultura celta, como Gales, Bretaña y Cornualles, había festividades similares el mismo día. Contemporáneamente, sobrevive con prácticas folclóricas en los territorios celtas y en la diáspora, además de experimentar cierto grado de renacimiento en recientes décadas.

Beltane es el comienzo de la luz, de la siembra y el pastoreo. Es una fiesta de alegría, colores y gracias. Se celebra la Fertilidad y la sexualidad, el ciclo de la fecundación y la floración. Ésta es la época en que el Dios Belenos (divinidad de la luz y el fuego) es joven y despierta su virilidad, desea a su Diosa. La leyenda dice que después de aparearse con la Diosa Madre Tierra y fecundarla, Bel murió para renacer como su propio hijo. Es también fecha de los "Handfasting", (unión de manos) las bodas ancestrales que eran celebradas en el mes de mayo.


Tampoco debemos olvidar al dios Cernunnos, que en Beltane es despedido para que se convierta en una parte real del mundo de las plantas y animales en nuestro propio medio. Convirtiéndose de esta manera en el señor y espíritu de todas las cosas salvajes.


La festividad de Beltane, es una celebración alegre, extrovertida, divertida, de ánimos. La energía que nos proporciona es más activa que reflexiva. Es la expansión que estará en nosotros a medida que el Verano galopa hacia su punto culminante.
Beltane es para muchos paganos el momento indicado para la celebración del Gran Rito, el Matrimonio Sagrado. Entre el campesinado, la noche de Beltane se encendían grandes hogueras, y las parejas salían a hacer el amor sobre los campos, considerando que esto contribuiría a obtener una mayor cosecha.

Otros Nombres: Belotenia (galo), Calan Mai, Calan Haf (galés), Byol-tana, Belo-thaich (proto-celta), Bealltuinn, Bealltainn (escocés), Beltaine, Lá Bealtaine (día de Mayo, irlandés moderno). Otros más antiguos son por ejemplo Kentu-saminos o cét-sam-sin, del cual deriva el Ceitein, nombre actual gaélico escocés. Entre tribus de la Galia meridional, se apunta el nombre de Giamonia, derivado del mes del calendario de Coligny, Giamonios.

Marca la mitad del año celta y es la tercera de las cuatro grandes fiestas religiosas del año celta y marca el comienzo de la estación luminosa. Beltane está después de Imbolc, que marca el fin del alejamiento del sol y anuncia su regreso y está en oposición con Samhain, que da nacimiento al año celta y que marca el fin de la estación luminosa y el comienzo de la estación oscura.


Se pronuncia “Beltaine”. La palabra Beltane, proviene del gaélico francés “Bealtaine” o del escocés “Bealtuinn”, que significa “Fuego de Bel”, el Dios celta de la luz de belinus.
Esta gran fecha del calendario celta saludó el regreso del verano, la fertilidad de la tierra y la protección de todos los seres vivos de las fuerzas perturbadoras.

El fuego de Beltane fue considerado una gran fuente de purificación y curación con festines y danzas que se desarrollaban en su resplandor. Se bendecía al ganado para protegerlo de la enfermedad.

Se hicieron sacrificios y ofrendas humanas, y el ritual sería seguido de regocijo y festividades de todo tipo. En los últimos siglos, los sacrificios fueron reemplazados por ofrendas simbólicas.

Beltane se convirtió en un festival llevado a cabo con el "máximo secreto" cuando la iglesia comenzó a advertir contra esta práctica supersticiosa. Pero a pesar del poder considerable de la Iglesia, el poder de la tradición consagrada por el tiempo demostró ser más fuerte, y estas prácticas continuaron en el siglo veinte, pública y encubiertamente.


En la antigua Irlanda, la hoguera de Bealtaine principal se encendía en la colina central de Uisneach ‘El ombligo de Irlanda’, centro de rituales del país, el cual se encuentra ahora situado en lo que es Westmeath. En Irlanda, el prendimiento de hogueras en Oidhche Bhealtaine parece haber sobrevivido únicamente hasta el presente día en el condado de Limerick, especialmente en la ciudad de Limerick con su noche de hoguera anual, aunque algunos grupos culturales han expresado interés en revivir el hábito en Uisneach y quizás en la Colina de Tara.​ 
En tiempos modernos también se puede observar la iluminación de fuegos comunitarios de Beltane que se encienden en hogares en algunas partes de la diáspora celta y por algunos grupos neopaganos, aunque en la mayoría de estos casos esta práctica es una celebración cultural más que el renacimiento de una antigua tradición.

En tiempos ancestrales, en Irlanda, se encendía un fuego en el centro del poblado para celebrar la unión de los Dioses, para dar gracias a la tierra, al agua y al viento. A la fiesta acudían todos los pobladores para conseguir llamas que activasen un nuevo fuego en sus hogares. Brincaban sobre la fogata para lograr fertilidad, salud y buena suerte durante el año, entregaban regalos al dios que estaban celebrando para dar bienvenida al nuevo ciclo que comienza.


También se hacía para honrar a Belenos y a su compañera, la diosa Sirona. Belenus o Belinus tiene el significado de brillante en la antigua lengua irlandesa, “fuego de Bel” o “Bello fuego”, y era la forma en la que se designaba al dios de la luz o dios del fuego; nombre que pasaría a través de la cultura irlandesa a las novelas de caballería medievales. Su influencia llegaría hasta los galos y astures. 
Esta misma festividad estaba estrechamente ligada a un culto ancestral del pueblo celta que daría origen a numerosos relatos y películas de terror ya en nuestros días: el del hombre de mimbre, un enorme “muñeco” de este material en el que los celtas introducían a los prisioneros para después prenderles fuego. César lo citaba en sus escritos pero no existen muchas fuentes sobre esta forma de sacrificio.





En Galicia, se celebraba con una recogida nocturna en los campos de cultivo con antorchas llamadas fachucos, cuyas cenizas se esparcían por la tierra;​ hoy en día en Galicia se le sigue rindiendo culto a la diosa gaélica Beltane y, a pesar de que en épocas pasadas esta festividad estaba siendo apartada, ahora tiene muchos más adeptos debido al romanticismo y reconstruccionismo que comparte con las otras regiones celtas como Irlanda o Bretaña.


Fiesta de los mayos (Galicia):
Como buena gallega (ourensana) que soy, me enorgullece compartir un poquito de nuestras tradiciones en tan verde y florida fiesta.

Os maios (en gallego; literalmente, los mayos en español) es el nombre de una fiesta popular gallega que forma parte del llamado ciclo de maio (ciclo de mayo), época de exaltación de la naturaleza al comienzo de la primavera, cuyos orígenes se remontan a las civilaciones prerromanas. Se suele celebrar alrededor del 1 de mayo. Durante las festividades se realizan representaciones, bailes y cantos alrededor de los mayos, unas estructuras tradicionalmente inspiradas en figuras de árboles pero que adoptan en la actualidad formas más variadas, con adornos de flores, hojas y frutos.

La fiesta de os maios o los mayos se celebra entre finales de abril y principios de mayo, aunque el ciclo se desarrolla hasta el mismo comienzo del verano en la noche de San Juan. En la mayoría de las localidades se celebra el 1 de mayo, si bien en Ourense lo hacen el día 3, día de la Santa Cruz , que en la tradición cristiana representa el árbol del que proviene la vida, la salud y la resurrección, según dice el introito a la celebración de la misa en ese día.


Cantigas:
Había dos tipos de cantigas para cantar alrededor de los mayos. Son raras (sólo sobreviven en Portomarín y Lourenzá) las composiciones tradicionales, que se aprenden y repiten año tras año. Más habituales son los textos que se escribían para cada año, recogiendo hechos actuales y, cada vez más, críticas políticas.
Estas coplas se imprimen en hojas sueltas que se venden a los asistentes. El Museo de Pontevedra y la biblioteca Ben-Cho-Shey (en la diputación de Ourense) conservan amplias colecciones de las que se cantaron al largo del siglo XX. En algunas de ellas pueden comprobarse los efectos de la censura que rallaban o modificaban los textos que la autoridad de turno consideraba inapropiados.


Acompañando a los mayos, hay grupos de personas, a menudo niñas o niños disfrazados — que también reciben la denominación de mayas y mayos — adornados con flores, hojas o ramas y con una corona de flores, que danzan y cantan coplas populares o «cantigas», a veces dialogadas, mientras caminan alrededor de la escultura, acompañados de la percusión de dos palos. Era habitual pedir a los asistentes un aguinaldo que, por Lugo y Ourense, solía consistir en un puñado de castañas maiolas (castañas secas), nueces o avellanas, sustituidos hoy por dinero.
Es costumbre hacer competiciones, premiando las mejores esculturas y las mejores cantigas. Esta celebración es habitual en lugares como Vilagarcía de Arousa​ u Ourense. Se parece mucho a la tradición del "Green Man".


En su manifestación más habitual, la fiesta consiste en realizar diversas representaciones alrededor de un árbol o escultura, llamada maio o mayo, consistente en una armazón o esqueleto de palos o tablas de forma cónica o piramidal, recubierto de tela metálica o arpillera, que se cubre de mofo, hinojo o hierba. La armazón se construye sobre una plataforma que, a modo de camilla, permitía transportar el mayo por las calles del lugar. Sobre esta estructura se dibujan distintos motivos con flores, hojas, hinojo, helechos, bugallos, frutos o mismo huevos, como materiales más habituales. La cumbre se remata o «corona» con una cruz (el cristianismo apoderándose de toda fiesta pagana). Hoy, la imaginación popular también construye mayos con las figuras más variadas: puentes, hórreos, cruceros, casas, animales, figuras humanas etc. En localidades costeras, como Marín, se hacen también con forma de barco.

Cuando el mayo era esa figura transportable que se dijo antes, en algunos lugares, como Ourense, la fiesta terminaba quemando o ahogando el mayo.
En la zona de Laza o de Entrimo los jóvenes cortaban un árbol, el más grande que podían, y lo plantaban en medio de la plaza principal, adornándolo después con farolillos.​ El elemento utilizado daba el nombre a la celebración, conocida como «Fiesta del árbol de mayo».


También existe la costumbre de colocar ramas de retama (también llamadas, por esta razón, mayos) en las puertas de la casa y de la corte, en las ventanas, carros, fincas y barcas, y actualmente en los coches, en la tarde-noche del último día de abril (La Noche de Walpurgis), para que el mes de mayo proteja la casa, la gente que vive en ella y sus propiedades. Otros etnógrafos relacionan esto con el ritual de «alumbrar las fincas» en la noche del 30 o 29 de abril, con el fin de proteger los campos y comenzar mayo libres de cualquier mal (Noche de Brujas).





En el norte de la península Ibérica también hay presencia de celebraciones ancestrales en estas fechas. En Cantabria, el primer día de mayo se celebra desde tiempo inmemorial la fiesta de la Maya, o Consagración de la Primavera, en la que se planta un gran tronco de árbol en el centro de las aldeas y se lo engalana con cintas y ramas de colores, con una clara simbología de reverencia fálica que se relaciona con la fertilidad de la estación primaveral. Se elige asimismo a la Mayadama, una moza que es vestida con ropas blancas adornadas con flores y motivos vegetales. 

En Hispania se adoraba la diosa Bona Dé, que no era otra que la diosa de la fertilidad Maia o Fauna en la mitología romana, con la que se celebraba la llegada de la primavera en unas fiestas que recibían el nombre de Floralia. Seguramente esta tradición sufrió variaciones con la llegada de la civilización árabe a los campos de Castilla, como la manifestación en cantos o rondas a la persona amada. Finalmente, el cristianismo asimiló multitud de fiestas paganas profesadas con anterioridad a su implantación en fiestas religiosas, siendo este un claro ejemplo: la mayoría de estas pasaron a ser fiestas en honra a la Virgen María.


En todas las tierras del centro de la Península se celebra ancestralmente el "pingado del mayo", como inicio de la primavera, con especial tradición en las tierras altas de Castilla, especialmente de Segovia, Burgos y Soria.

En Grecia la llegada del solsticio – aunque en la actualidad el de verano se celebra alrededor del 21 de junio – se celebraba encendiendo grandes hogueras a las que se atribuía un carácter purificador, mientras que los romanos encendían también grandes fuegos para rendir culto al dios Apolo y a la diosa guerrera Minerva. Éstos tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las hogueras para purificarse. 

En el mes de mayo los antiguos romanos rendían culto a sus antepasados – maiores –, creyendo que en este periodo de transición equinoccial los difuntos se aparecían a los vivos, sembrando el desconcierto entre las gentes. Era el momento también de culto a la diosa de la primavera, Maia Maiestas – que daría origen al nombre actual del mes –, divinidad latina de la fertilidad y la salud.


Beltane era sagrado para el dios Belino, cuya "órbita de culto" se extendía desde la península itálica, a través de Europa y hacia las islas británicas.
El líder de la tribu de celtas "catuvellauni" en el sur de Gran Bretaña, cuyo reinado duró unos 40 años, tomó el nombre de Cunobelinus, o Hound of Belinus.
Su festival se llevó a cabo el 1 de mayo, con una fecha celebrada en las Tierras Altas hasta el siglo XX.
En Edimburgo, Beltane todavía está marcado con un gran festival en Calton Hill el 30 de abril, y Beltane comienza oficialmente a la salida de la luna en la víspera de mayo.




Para los celtas, la noche de Beltane marcaba el comienzo de la temporada de verano pastoral, cuando las manadas de ganado se llevaban hacia los pastos verdes y a las tierras de pasto de las montañas. En irlandés moderno Mi na Bealtaine (Mes de Bealtaine) es el nombre del mes de mayo, aunque a menudo se abrevia como Bealtaine, conociendo al día festivo como Lá Bealtaine.
Es el despertar de la fertilidad de la Tierra. En la Antigua Religión se hablaba de fertilidad en términos del deseo de obtener mayor producto de las granjas y los campos. 
Se prendían dos hogueras y después se hacía que las vacas pasaran en medio de estas dos piras para bendecir y darle suerte al ganado en su camino a las nuevas áreas de pastura veraniegas. No se sabe con exactitud que tan vieja sea esta costumbre popular, pero se sabe que aún sobrevivía en el siglo XIX. Junto con la movilización del ganado hacia áreas de pastura, las familias supervisaban el nacimiento de las crías de sus animales, le daban la bienvenida a los pastos verdes y los frutos que estaban disponibles en esta época; también podían viajar por los caminos, ya que no estaban bloqueados por la nieve o el fango. Esta época era la adecuada para el intercambio comercial entre los pueblos

Beltane es el momento en que las preocupaciones y los miedos del invierno son desechados, dando paso a la exuberancia juvenil, la actitud juguetona y la sexualidad. La gente baila eufórica alrededor de los mayos (troncos clavados en vertical) en una representación simbólica de la unión entre la Diosa y el Dios, creando un Círculo Sagrado de abundancia. Gente joven pasa toda la noche en el bosque haciendo el amor para bendecir el campo y fertilizar el suelo. Otras parejas se quitan las alianzas y sus restricciones.
Es tiempo de excitación salvaje y día para apreciar el cuerpo y su capacidad divina para el placer. Se honra al sexo en su aspecto creativo, como portador de alegría y generador de nueva vida. Los niños concebidos en este día son llamados alegremente venidos y se decía que estarían bajo la protección de los dioses. 
Beltane es la reivindicación del cuerpo como algo sagrado. El sexo no es pecado, hacer el amor en los campos asegura una buena cosecha en otoño.


Es el comienzo de la luz, de la siembra y el pastoreo. Es una fiesta de alegría, colores y de gracias. Se celebra la fertilidad y la sexualidad, el ciclo de la fecundación y la floración. La leyenda dice que después de aparearse con la diosa Madre Tierra y fecundarla, Bel murió para renacer como su propio hijo. En la noche de Beltane la gente evitaba los lugares frecuentados por los duendes, las hadas y los espíritus naturales, puesto que se suponía que el velo entre el mundo sobrenatural y natural era particularmente leve.
¡Las hadas se ponen en pie y salen de su letargo! Bailan en las colinas y se esconden entre la hierba. Se dejan acariciar por el viento disfrutando de la alegría de la brisa cálida. Nuestros espíritus se llenan de luz para dar la bienvenida a  la primavera. 

En la tradición celta, hay dos festivales muy importantes del año solar, por lo que significan en nuestra vida diaria, son Samhain y Beltane, celebraciones de la muerte y el renacimiento, respectivamente. En Beltane, el amor se puede respirar.. En los rituales, muchos celebran la unión entre la Gran Madre y su joven Dios. Su fusión trae consigo una nueva vida que nacerá de la Tierra. Es por esta razón, que, en todos los altares, se debe representar simbólicamente un macho y una hembra colocando un cuchillo (un símbolo fálico) y un cáliz (un símbolo femenino o yonic). Estos instrumentos simbolizan la sagrada  unión.


Una de las principales actividades de la festividad consistía en encender hogueras en las montañas y colinas con ritual y significado político en Oidhche Bhealtaine (La víspera de Bealtaine). En gaélico escocés moderno, se usa sólo Lá Buidhe Bealtaine (El día amarillo de Bealtain) para describir el primer día de mayo.

Tejer y trenzar son actividades apropiadas para la época, porque representa la unión de dos sustancias para formar una tercera y ése es el espíritu de Beltane.
El rocío se recogía en la mañana de Beltane, guardándolo con el fin de utilizarlo en posteriores rituales. El rocío en su concepto mágico era considerado una esencia destilada de la Tierra por medio del fuego (el sol), una alquimia de la naturaleza espiritual de la Madre Tierra, en cuyo seno los manantiales y arroyos representan los órganos femeninos de ella con sus propiedades curativas. 

Era y es un tiempo de fiesta, alegría, casamientos y magia sexual con lo que se trataba de perpetuar la estación. Es un momento  bueno para hacer saquitos mágicos, sahumerios de hierbas para proteger y aliviar dolencias, y hacer nuestra escoba mágica. Y colgar de los arboles del bosque, de los jardines, balcones, del hogar... las tiras de color del Palo de Mayo.


Nuestros antepasados también tenían más formas de saludar estos días de celebraciones y participar de la energía sanadora del astro-dios; una de sus costumbres consistía en levantarse antes de que el sol apareciese, después de una vigilia en los bosques sagrados, donde habían participado en los ritos sexuales de Beltane, iban a alguna colina cercana para observar la salida del sol y bañarse en sus vivificadores rayos. Dicho baño podía tomarse también de una forma más simbólica, bañándose en fuentes sagradas y manantiales en los cuales los rayos del sol habían quedado atrapados o bebiendo el agua de estos pozos. Los druidas aconsejaban que se bebiera el agua de esos manantiales antes de la salida del sol, que se lavaran con el rocío de la mañana y se adornaran con flores. 
Todo este ritual era para danzar en torno del árbol de mayo, dejándose llevar por la festividad estacional.

En las antiguas tradiciones, en esta noche de febrero los agricultores veneraban a la diosa ofreciendo alrededor de las hogueras ofrendas de la tierra, danzando y pidiendo fertilidad y abundancia en sus cosechas. Es el momento ideal para la bendición de las semillas y para la consagración de herramientas para la agricultura, de hecho, otro símbolo tradicional de Beltane es el arado.

En el mundo celta, era indispensable realizar ritos para proteger las nuevas plantas recién nacidas de las eventuales heladas tardías, así como favorecer el tranquilo crecimiento del ganado. Con este fin se encendían las grandes hogueras, para alejar definitivamente el frío del invierno, practicando también formas de magia que propiciasen la fertilidad. Los que tenían pareja se alejaban al acabar la fiesta y se perdían  en las profundidades del bosque para hacer el amor y reforzar así la fertilidad de la naturaleza. Los niños concebidos durante esta ocasión fueron conocidos como “caballitos begots” y serían considerados hijos de los dioses. 

También era costumbre quemar en las hogueras un monigote de paja, que representaba el invierno, el mal y el sufrimiento. En Escocia y en otros lugares con raices celtas todavía existe el hábito de saltar sobre las brasas de la hoguera de Beltane para conseguir fortuna y prosperidad. Otra de las tradiciones era levantar los denominados “árboles de mayo”. Se trataba de árboles jóvenes cortados en los bosques y carentes de ramas que simbolizaban el falo del Dios y coronados con una guirnalda de flores y ramas que simbolizaban a la Diosa. De la punta colgaban cintas que se iban entrelazando alrededor del palo simbolizando el abrazo de la parte femenina sobre la masculina.


El fuego era el calor de la pasión que generaba la vida y la fertilidad del mundo. Las personas y objetos pasaban entre los dos fuegos para ser purificados. Los jóvenes que querían unirse en matrimonio saltaban las brasas cogidos de la mano, y este gesto era entendido como un compromiso ante sus familias y amigos. Obviamente, la Iglesia cristiana condenó muchos de estos ritos por considerarlos pecaminosos y dejaron de realizarse algunas de estas prácticas, pero estas tradiciones son simplemente una celebración del amor, entendido como la fuerza más poderosa que mueve la rueda de la creación. 

Por otra parte, sólo en la mañana de Beltane se podía recoger ramas de espino albar sin provocar la ira de las hadas que habitaban en ellos. Las flores se dejaban secar después y se usaban para fines terapeúticos, mientras que una pequeña guirnalda trenzada se colocaba sobre la puerta para que protegiera la casa de los espíritus malignos.

Si alguna de las personas involucradas en la realización de las hogueras era culpable de asesinato, robo o violación, se decía que el fuego no se encendería o se le restaría su poder habitual.